Ayer leí una noticia
de esas que por mucho que lo
pretenda están completamente fuera de mi capacidad de entendimiento. Eso sí, es
uno de esos temas que me dejan noqueada un rato.
Ahí me tienes embobada con la
foto que la ilustraba, una lluvia espiral de chispas a modo de fuegos
artificiales. Me recordó la crítica que Ruskin hizo de la obra de Whistler Nocturno en negro y oro: el cohete cayendo de
1875 de la que decía que era como “lanzar un bote de pintura en la cara del
público” (le costó una demanda, pero esa es otra historia).
Lo realmente apabullante es que
la imagen está formada por un billón de estrellas de las que sólo unos mil
millones son iguales al sol. ¡¡Ah!!, bien.
...Voy a seguir pensando un rato.