De lirios azules (más bien moraos)

Nombre científico: iris germánica

Nombre común o vulgar: lirio azul, lirio cárdeno, lirio común, lirio morado, lirio Pascual
- Es frecuente que la raíz de los lirios se usara antiguamente para fabricar filtros de amor o incluso para ahuyentar los malos espíritus
- Tiene la cualidad de perfumar y mantener los olores de las demás plantas con las que se mezcla
- El jugo de su raíz puede ser usado como purgante
Luz: desde pleno sol a semisombra
Suelos: ligeramente pobres o moderadamente ricos, no está presente en suelos muy fertilizados

viernes, 21 de marzo de 2014

La mirada azul de Santo Tomás




A raíz de la última restauración hecha en la Cámara Santa de Oviedo, parece ser que ha salido a la luz la diferencia de material empleado en las pétreas pupilas de los Apóstoles. En principio todas se habían realizado con un estuco brillante con base de azabache a excepción de los ojos de santo Tomás. Este Apóstol presenta una diferencia “genética”; sus ojos son de zafiro azul.

O eso adelanta la prensa, entre otros reclamos, ante su próxima reapertura al público.

Un dato que la misma crónica relaciona con el carácter incrédulo del santo y que a mí me parece cuanto menos curioso.

¡Pobre Tomás! quedó para la historia, la sagrada al menos, como un incrédulo, cuando en realidad buscaba la demostración científica. No supo nunca que su nombre ya lo condenaba de antemano a la incredulidad. Tomás Dídymos, su nombre en griego implica idea de dualidad, por tanto de duda. Jesús a sus Apóstoles no parece que les haya dejado mucha libertad de elección si atendemos a las etimologías del arameo.

Tuvo que tocar las llagas para reconocer a Cristo, cosa que nunca entendí por otra parte, y la Virgen tirarle el ceñidor para convencerle de su puesta en escena para la ascensión a los cielos, cosa que tampoco suena muy bien, la verdad.

La cosa es que no se cómo mostrar escepticismo con estos vulgares ojos marrones pero así estoy, esperando para volver a ver esa nueva Cámara que anuncian como luminosa y de aspecto marmóreo recuperada después de tanta historia ante sus doce o trece  pares de ojos.

Si la piedra tallada tuviera un mínimo vestigio de vida, todos los ojos, de todas las tallas, relieves, esculturas, y manifestaciones de la figura humana tendrían ojos azules de incredulidad.


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