La boda (La noce), ca. 1904–05
Realmente conocía la Historia del Arte el autodidacta Aduanero Henry Rousseau, aunque en sus comienzos fue tachado de ignorante e infantil. Su estilo calificado de “naif” puede gustar más o menos pero su fantasía colorista sorprende. Su simbolismo se complica en algunas de sus obras pero en “La boda” se representa una imagen habitual todavía en la actualidad.
Simplemente traté de buscar una imagen que ilustrara lo que para muchos todavía sigue siendo un recuerdo en una ceremonia gozosa.
En efecto no son tantos los cambios en las liturgias de estas celebraciones. Pero quiero pensar que ese mantenimiento de tradiciones queda en lo superficial y anecdótico, básicamente porque el concepto de entrega al hombre por el hombre de la esposa/hija ya está superado y la necesidad imperiosa de esa unión ya no se justifica más allá del puro capricho o precepto religioso.
Pues héteme aquí que no, que nuestro deambular cultural sigue empeñado en hacernos creer lo maravilloso que es para la mujer que un hombre “la pida en matrimonio”. Vale que las comedias románticas americanas repiten constantemente la idea de frustración cuando esto no ocurre, pero que la publicidad considere que esa idea vende cuando va dirigida al consumo femenino y encima para promocionar un producto dietético, me pone enferma.
Para mayor irritación acabo de ver el anuncio en televisión justo después del informativo en el que hablan de la situación de la mujer en India donde una víctima de violación acaba de suicidarse. (Por ejemplo)
Y a ti, ¿te lo han pedido?
Todavía, en el mundo, a muchas mujeres no se lo piden. Así que a ver si dejamos de hacer el idiota.
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